lunes, 12 de septiembre de 2022

En el lugar del otro

Hablar de la discapacidad es una experiencia que va más allá de los conocimientos que podamos aprender, implica un compromiso superior que nos involucre plenamente con el que necesita de nuestra asistencia. Es ni más ni menos que una combinación de muchos factores entre los cuales la empatía es uno de los principales.  

Pero, a veces la vida misma nos pone desafíos y nos ubica en ese lugar que no pensamos estar. Sin previo aviso, se encarga de ponernos en ese lugar incómodo que debemos sortear, ahí es cuando nos pone a prueba para -realmente- comprender lo que significa ponerse "en el lugar del otro"...

Si no somos capaces de establecer un vínculo con ese que nos necesita, de poco servirá cualquier conocimiento que queramos transmitir… no llegará a destino.

Así las cosas, quienes trabajamos la discapacidad asumimos la responsabilidad de hacerlo fijando a la inclusión de las personas como un objetivo superior. Si nuestro trabajo no apunta en esa dirección no podremos encontrar ese espacio reservado para que lo ocupe esa persona a la que vamos a darle todo nuestro afecto poniendo el mayor esfuerzo para que lo ocupe dignamente y en igualdad de condiciones que el resto.

Ese es un diferencial que sólo quienes trabajamos con personas con discapacidad podemos entender, al punto de ponernos en su lugar desde el cual poder combinar nuestro trabajo en procura de minimizar esa dificultad que nos separa. 

Esa forma de pensar y trabajar la discapacidad es la que nos posiciona en un plano de igualdad que nos permite encarar su tratamiento de manera directa, sin atajos ni prejuicios. Porque, nadie está libre de ocupar ese mismo lugar que ocupa quien nos necesita.

Y vaya si puedo decirles esto con mucha propiedad…

Nadie está libre


A una semana de un Torneo Panamericano, para el cual dediqué muchas horas, días y meses entrenando durante largas jornadas, mi cuerpo puso un freno inesperado. El tendón de Aquiles dijo basta, terminando en la emergencia de una mutualista con una bota de yeso por varias semanas y… ¡Chau Panamericano!

De la noche a la mañana; ¿qué digo?… ¡¡En cuestión de segundos!! Podemos adquirir una discapacidad, de mayor o menor entidad; sea cual sea la magnitud, nadie tiene la salud garantizada. 

La vida nos pone obstáculos y no siempre estamos listos ni prevenidos para sortearlos convenientemente. Por eso es que, conociendo del sacrificio que realizan quienes cursan una discapacidad, dedico gran parte de mi tiempo en trabajar de forma desinteresada brindando cursos de Buceo Adaptado para personas con alguna limitación. Algo que, lejos de considerar un trabajo, constituye una tarea que me produce mucha satisfacción al saber que puedo mejorar en algo la vida de alguna persona, a través de la práctica de una actividad deportiva inclusiva como esa.

A pesar de esta transitoria dificultad, no quería dejar de transmitir cómo me siento y acercarles estas reflexiones en un intento por concientizar a todos sobre la importancia de trabajar para mejorar la vida de quien es portador de alguna discapacidad.

 Sensibilizarnos, ser conscientes de que nadie está libre y ponernos en los zapatos del otro...

Jeannette Ferraro


2 comentarios:

Bicicleteadas por el autismo

Esta corta historia no tiene nada que ver con el agua, pero sí con una de mis pasiones que es la docencia inclusiva. Esa es una de mis princ...