viernes, 3 de mayo de 2024

Bicicleteadas por el autismo

Esta corta historia no tiene nada que ver con el agua, pero sí con una de mis pasiones que es la docencia inclusiva. Esa es una de mis principales preocupaciones por las que vivo pensando en cómo hacer para romper las barreras que todavía existen en la sociedad. Obstáculos que deben sortear quienes padecen alguna discapacidad del orden que sea (física o intelectual). Uno de esos colectivos que aparecen como invisibilizados pero que hay que conocer y apoyar son las personas con TEA (Trastorno del Espectro Autista), absolutamente incomprendidos y que sufren una discriminación pasiva que hay que visibilizar y atender como corresponde. Por ellos va esta cortita historia de ruedas y pedales...




A pedalear juntos

    Un número importante de bicicletas abandonadas hacía mucho tiempo en el garage del edificio Torre Wilson de Punta del Este esperaban un mejor destino que el de un depósito olvidado. La imagen de aquellos birrodados atestados en un rincón me inspiraron la idea de encontrarles un uso adecuado antes que tenerlas allí amontonadas, solo hacía falta asignarles un destino diferente al de una chatarrería. 

    Fue así que, de pronto, la idea empezó a rondar en mi cabeza... ¿y si gestionaba su donación a quienes puedan darles un mejor uso?

    Ahí comenzó esta historia que -confieso- me llevó varios meses para poder concretar pero que, gracias a la buena disposición de la administradora del edificio y de Jorge Golin, quien las transportó finalmente hasta su destino final en Montevideo, hicieron posible concretar el sueño. 
 
La idea no fue otra que donarlas a la Asociación Autismo en Uruguay, quienes las pondrán en condiciones y las "Bicicleteadas por el autismo" serán, en breve, una preciosa realidad...

Proximamente, les contaré como siguió esta historia "pedaleando" con los chicos, seguramente.

Hasta la próxima...

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